¿Qué es Capitalismo? Es la Repartición Individualista del
resultado de la actividad económica, en donde el 100% de la riqueza creada
pertenece única y exclusivamente a quien maneja el acto económico. Es el origen
de las grandes desigualdades socio-económicas así como del desempleo.
Y el Niño Peruano se ha encargado de mostrar con toda su
crudeza los efectos perversos del comportamiento individualista, tanto de las
personas como de las empresas y de las instituciones, generado por este tipo de
repartición. Las pérdidas cuantiosas en vidas humanas y materiales exigen
iniciar un nuevo modelo socio-económico que actúe, constante y fluidamente, en
bien de todas las personas y de la sociedad. Hoy en día no existe ninguna
relación entre la persona y su sociedad. La inclusión social, como los
donativos y actos humanitarios, no sueldan el tejido social roto en América
Latina desde la invasión española de 1532.
El Niño Peruano ha devastado ciudades enteras, dejado a
miles de familias sin vivienda, agua, electricidad y otros servicios básicos
que requiere una persona. Pero, al mismo tiempo, ha dejado en evidencia el
comportamiento individualista tanto de las personas como de las empresas que,
en casos como éste, sus acciones se revierten con toda su fuerza, en forma negativa,
contra las mismas personas y las empresas.
La furia de la Naturaleza, traducida en torrenciales
lluvias, ha motivado que los ríos recuperen sus cauces e invadan sus antiguos
lechos. Desgracia humana, porque aquellos lechos habían sido ocupados por personas
en búsqueda de un lugar para cobijarse en este mundo de marginación, extrema
pobreza y desocupación. Un comportamiento individualista de solución al
problema de la vivienda que, en circunstancias como ésta, resulta ser
mortífera. Hasta ahora van cerca de 100 muertos y miles de damnificados.
Poblaciones enteras sumergidas en el lodo y aguas servidas,
además de estar expuestas a todo tipo de enfermedades. Una vez más, la solución
individualista en el problema de la vivienda y de los servicios comunes, se
muestran contrarias al propio interés de las personas y de las empresas.
La búsqueda de una rentabilidad inmediata, sin tomar en
consideración las previsiones más elementales, se muestran contradictorias con
el interés común de las personas. Un tipo de comportamiento que ha invadido
inclusive a los órganos de gobierno cuya misión es el servicio público. “Piura
pudo salvarse del gran desastre, nos dice Sonia Suyón en Hildebrandt en sus
trece. Existe un proyecto integral de prevención desde el 2003, encarpetado, y
que el MEF no vio con buenos ojos porque ‘no hay retorno de inversión’.”
Esto nos está probando que el espíritu individualista y su
elemento motor, la Repartición Individualista del resultado de la actividad
económica, colisionan con el bienestar de la población y el futuro de la
sociedad. El fenómeno del Niño Peruano nos está diciendo a gritos que debemos
cambiar la forma de resolver nuestros problemas de sociedad.
Juan de la Puente, columnista del diario La República, se
hace esta pregunta: “¿Un país que no pudo prevenir podrá reconstruir?”[ii]. Una
pregunta que nos conduce al meollo de la cuestión. ¿Por qué, en las condiciones
actuales, bajo el modelo socio-económico imperante, no se puede prevenir los
problemas de sociedad?
La vivienda, por ejemplo, nos es un tema individual. Es un
problema de sociedad. Sin embargo, el modelo socio-económico actual ha empujado
a las personas a que resuelvan individualmente su problema de vivienda. Y éstas
son las consecuencias.
Ahora estamos enfrentando “a la quinta reconstrucción
después de desastres de envergadura en los últimos 50 años, luego del Niño de
los años 1983 y 1998, y de los terremotos de los años 2001 y 2007. […] Las
cuatro reconstrucciones fueron fallidas […], si nos atenemos a los objetivos
ubicados más allá de la reposición de puentes y principales carreteras”[iii],
anota el articulista. Es decir, ninguna de las reconstrucciones iniciadas en
los últimos 50 años en el Perú ha sido terminada correctamente, menos aún
pensar que fuera ejecutada con visión de futuro. Los damnificados han pasado al
olvido y la reconstrucción se ha convertido en una burla.
Dentro de un modelo alternativo existen dos parámetros
esenciales: la propiedad colectiva y la empresa-país.
La propiedad colectiva, ante una embestida de la Naturaleza,
como la actual, permite que la sociedad inmediatamente reaccione y traslade a
toda la población afectada hacia un lugar seguro y de propiedad colectiva. La
construcción de una nueva urbanización o ciudad se decide y actúa rápidamente
porque, la pérdida lo insume la sociedad, así como su costo de reconstrucción.
Con la propiedad colectiva de las viviendas, las personas podrán rápidamente
rehacer sus vidas. Pero, con el modelo actual, la reconstrucción tomará
decenios, y a cargo esencialmente de cada una de las personas afectadas. Las
desigualdades socio-económicas se agrandan.
La decisión de construir una nueva ciudad, a partir de cero,
en propiedad colectiva y ejecutada por empresas-país, que son igualmente de
propiedad colectiva, es una decisión de sociedad inmediata. Porque en las
empresas-país no existe el interés del lucro y del enriquecimiento ilimitado,
enfermizo y contra la dignidad humana. En las empresas-país no existe la
colisión de intereses entre el bienestar general y el bienestar individual. No
hay lugar para la corrupción.
Y con ello se corta rápidamente el dolor humano
y los efectos negativos de todo desastre que cauce la Naturaleza. Con la
propiedad colectiva no existirán nunca más los efectos perversos de la coima en
la reconstrucción, de la corrupción en la aprobación de proyectos de inversión,
ni de invasiones a zonas peligrosas por personas carentes de recursos
económicos, y presas fáciles de traficantes de terrenos y políticos mafiosos.
Por: Hugo salinas
Por: Hugo salinas
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