23 de junio de 2015

DIRIGENTE CONCHUCANO

Presento un extracto de la carta dirigida por el Jefe indio Seattle, Gran Jefe de los Duwamish, al  presidente de los EE.UU,  Franklin Pierce (1885), en donde se refleja la capacidad y la altura que debe tener todo  Dirigente en su momento histórico que le ha tocado vivir,  y saber encarnar la concepción de los pueblos.

No como la mayoría de nuestros Dirigentes Conchucanos que por un puñado de monedas, venden lo que no les pertenece, traicionando la memoria de los grandes hombres que tuvo nuestro pueblo y a la vez emprendan el futuro de sus propios hijos. Y peor aún de algunos profesionales de panteón, de vitrina, que pareciera que se han olvidado de su idiosincrasia o tal vez persiguen monedas, solo así se puede entender sus propuestas descabelladas, pero que quede claro este episodio Conchucano quedara registrado en la historia y nuestros hijos mañana  nos juzgarán por nuestros actos…

“La tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra”

CARTA DE UN INDIO PIEL ROJA AL PRESIDENTE DE EE.UU.

    El gran Jefe de Washington ha mandado hacernos saber que quiere comprarnos las tierras, junto con palabras de buena voluntad. Mucho agradecemos este detalle, porque de sobra conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad.

…¿Pero cómo podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?

…Esta idea nos resulta extraña, ni el frescor del aire, ni el brillo del agua son nuestros, ¿cómo podrían ser comprados?...

Tenéis que saber que cada trozo de esta tierra es sagrado para mi pueblo, la hoja verde, la playa arenosa, la niebla en el bosque, el amanecer entre los árboles, los pardos insectos, son las sagradas experiencias y memorias de mi pueblo.

…    El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino, que también, representa la sangre de nuestros antepasados.

… cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos, cuentan los sucesos y memorias de la vida de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Por supuesto que sabemos que el hombre blanco no entiende nuestra forma de ser, tanto le da un trozo de tierra u otro, porque no la ve como hermana, sino como enemigo, cuando ya la ha hecho suya la desprecia y sigue caminando… sin importarle.

Trata a su madre la tierra, y a su hermano el firmamento como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas... Su apetito devora la tierra, dejando detrás solo un desierto.

El ruido de la ciudad es un insulto para el oído, y yo me pregunto: ¿Qué clase de vida tiene el hombre que no es capaz de escuchar el grito solitario de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la balsa?

… Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aroma de pinos.

 …¿Qué puede hacer el hombre sin los animales?
…Si todos los animales desapareciesen, el hombre moriría en una gran soledad, todo lo que pasa a los animales muy pronto le sucederá también al hombre. Todas las cosas están ligadas.

…Debéis enseñar a vuestros hijos, lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre.

…Todo lo que le ocurre a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra, si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.
De una cosa estamos bien seguros. La tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, el hombre no tejió la trama de la vida; él es solo un hilo.
…Si ensucias vuestro lecho cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios excrementos.
¿Dónde está el bosque espeso? ... Desapareció
¿Dónde está el águila? ... Desapareció
 Así se acaba la vida…   y solo nos queda el recurso de intentar SOBREVIVIR

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