25 de abril de 2010

CATARSIS EN UN SALON DE CLASES

Se acabó… Permiso!... Estas fueron las palabras que balbució nuestro querido profesor, cuando entro al aula y con un aire de sabelotodo, dejo su fólder sobre el pupitre que le correspondía y frotándose las manos, agarró una tiza y la mota. Mirando a todos ¿Algún voluntario que borre la pizarra? dijo. Y en ese mismo instante voltea la mirada a dicha pizarra, da una leída a todo lo que está escrito ahí y sin más palabras que las primeras agarró sus cosas y salió casi corriendo, se dirigía hacia dirección.

Mientras tanto los alumnos en el salón estaban alborotados ¡borren! ¡borren! quien ha escrito ¡borren! por favor decían las mujeres con desesperación y miedo. Mientras que algunos rompían los silencios esporádicos con largas carcajadas y con frases de distinto calibre: ¡borren nos van a joder a todos! Y otros decían ¡No jodan, que nos boten a todos, a ver si pueden!, hay mas colegios en el Perú para poder estudiar.

¡No importa compadre, nadie habla¡ Dijo el “Crespo”, todos se miraron como dando una confirmación o diciendo nadie es culpable.

Esperaban con ansiedad que el profesor regresara a dar seguramente una gritada y amenazar como era costumbre de los profesores que los trataban a sus alumnos como a unos soldados en sus improvisados cuarteles, con palabras fuertes, amenazando siempre con un palo, amenazando de truncar sus estudios de votarles definitivamente del colegio, entonces siempre todo nuestro futuro estaba a voluntad de ellos, ¡si! te prohibían hacer cosas del mismo desarrollo psíquico y biológico de un joven de 15, 16, años.
Los alumnos querían saber por qué se había salido el profesor sin explicación, porque un profesor con experiencia sabe resolver inquietudes de sus educandos, el sabe cómo hacer entender y hacer que el alumno adquiera conocimientos, se supone un maestro es el que puede orientar, moldear a sus alumnos, pero ¿qué paso? ¿Al profesor se le apagaron las neuronas de su sistema racional y su afectividad en la didáctica o fue un semejante fracaso académico que parecía demostrar que estudiar no valía de nada, o que en las aulas lo que se enseña era m… ?

Las ventanas del salón estaban repletas de rostros, unos atónitos, otros burlones, otros tristes, otros curiosos que no entendían nada de lo que ocurría en la dirección, pero sabían que aquel profesor que siempre sentado en el escritorio dictaba su clase leyendo su libro capitulo por capitulo ese era todas sus clases, este profesor creía ser el más respetable e insigne profesor, no imaginaba que todos sabían lo inmoral, y un oportunista político que era.
De pronto los que miraban por la ventana dijeron ¡ya vienen!, ¡viene el director los auxiliares y el profesor!, el silencio se apoderó del salón, entraron los cuatro, casi en unísono se pusieron a leer la pizarra, volteo la mirada el director hacia todos, que estaban quietos de miedo, ¿Quién lo ah echo esto?, me dicen o ahora mismo les boto del colegio, ahora mismo los mando traer a sus padres, y traemos a la policía y irán presos los responsables… uno de los auxiliares se paseaba por los pasadizos entre las carpetas, y miraba fijamente a la cara uno por uno, seguro en su interior pensaba que tenía técnicas psicológicas para descubrir al responsable de esas pintas, pero para los alumnos era chistoso su actitud, que se miraban maliciosamente y se querían morir de risa, ¡ya se quien lo hacho! dijo mirando a los más inquietos, a los que casi siempre hacían travesuras, "caballero no más que salgan al frente antes que lo saque de las orejas" dijo con acento dictatorial.

"Todos los alumnos miraban fijamente la pizarra soportando la riza que causaba, les doy 20 minutos, para que vengan y pidan disculpas. En seguida empezaron a recoger todos los cuadernos, ¡todos saquen sus cuadernos! Todos sacaron, dejaron sobre las carpetas, los profesores recogieron y empezaron a contrastar las letras de los cuadernos con de la pizarra, y después de unos minutos el auxiliar llevo al brigadier del salón a la dirección, lo sometieron a un interrogatorio como de película, amenazas les decían que era un tema extremadamente delicado, debería de hablar quíenes son los responsables, o el se iría del colegio, él como delegado del aula tenia el deber de velar por la tranquilidad y saber todo lo que pasa en el salón, ¿nos cuentas todo? o ¿te votamos del colegio a ti? tu has venido al colegio para que aprendas que seas otra persona, no un chacrero como tu padre, si tu no descubres quien lo ha hecho, avisaremos a la policía y van ha encontrar al responsable y seguramente irán a la cárcel, nuestro compañero soporto las amenazas mas crueles que un tranquilo estudiante puede escuchar y imaginar. Pero era inútil que lo interroguen porque el no sabia nada del tema, y era el mas tranquilo, y el mas chancón según el lenguaje estudiantil.

Ya éramos jóvenes de cuarto grado, queríamos que nos hablen de una realidad actual, éramos consientes de lo que se decía en clase y lo que se actuaba dentro de la sociedad, lo que se hablaba de moral, de respeto, era puro palabras, nos provocaba repugnancia al saber que los que hablaban de moral eran los mas inmorales, la razón teórica de la autoridad a quien ya habían faltado el respeto.

Aquellos días de clase donde un grupo de compañeros discutían y hablan sobre el comportamiento de las autoridades, nos provocaba una repentina rebeldía nos desorientaba descubrir la mentira guardada por los dizque insignes de nuestro pueblo, de las mentiras del arreglo bajo la mesa, y del odio a los propios campesinos...!!!.

Entre tanto, encerrados en su laberinto, los profesores yacían sentados en sus sillas contrastando o igualando el tipo de letra de los cuadernos con la pinta en la pizarra, escogieron los cuadernos de dos alumnas y tres alumnos que supuestamente las letras eran parecidas a las pintas y se lo llevaron a los cinco a la dirección.

Entonces, el silencio del salón se rompió con escandalosas y grotescas carcajadas continuas que les hacían doblarse y revolcarse sobre sus estómagos llenos de comida, y al mismo tiempo, vacíos por el vértigo de la incertidumbre del futuro. Eran carcajadas salidas de lo más profundo de la rebeldía, de espíritus desorientados que encubrían con su falsa alegría aquella tragedia nacional.

Había compañeras yacían inertes y con la mente en blanco. Se tapaban los oídos para no escuchar los murmullos y las carcajadas de los alumnos que salían del salón y que perforaban su dignidad del profesor. Si supiera realmente lo que sabíamos y pensábamos de él, seguramente se pondría ha mirar con dolor tantos años de su vida. Recordaría seguramente con vergüenza todos sus vaticinios hechos en clases con su cátedra de moral, y creyéndose el intelectual en sus conversaciones informales con sus colegas, amigos, vecinos y familiares.
El país vivía una crisis política. Avivamos cualquier pensamiento de cambio, porque éramos conscientes que estábamos en el lodo, autoridades, educadores, dirigentes se peleaban por un trozo del queso, por la radio escuchábamos los escándalos políticos en lima. Como Jóvenes queríamos encontrar una persona pulcra un héroe, un guía, una persona como se nos decía en el discurso, o en la clase, pero en el discurso era una cosa y en la práctica era otra, el Loco decía, “La historia no es más que el recuento impredecible de la locura del mundo” Era inútil taparse los oídos.

“… Todos querían ser más vivos que los demás: tráfico de influencias; pago por favores; picardías en las colas de los bancos o de cualquier institución pública o privada, directores robándose la beca “dándolo siempre al hijo del profesor”, robándose el pote de leche que el gobierno regalaba a los pobres para hacerlos cómplices también, el dirigente comunal se agarraba la mejor chacra, expulsaban a comunero que les descubría sus actos dolosos, el profesor pidiéndolo matrimonio a la alumna. Entonces, todo parecía venirse abajo por la carcoma de la pudrición moral. El Soberano el pueblo el dueño del territorio y de sus riquezas nos dimos cuenta de que la estafa, el egoísmo y la ambición nos estaban acabando a todos y que seguramente a nuestros hijos y a nuestros nietos no les quedaría sino un pueblo o un país de malandros encorbatados con oficina.…”
¿Cómo es posible que la política te haya vuelto un bagazo? Decía el “Pelao”, Vas a perder el trabajo por inmoral; vaticinaba.
Finalmente, llegó el grupo de profesores con los cuadernos, entraron y se posesionó un silencio profundo en todo el salón. Era un espectáculo, pues todavía incrédulos los estudiantes se miraban entre sí buscando respuestas.

Nadie á echo esto. ¿Quien a hecho esto? ¡Esto es un colegio con todas las de la ley sus sonzonasos! ¡Qué es lo que pasa, hablen y no se hagan los pendejos! Si nadie habla daremos parte a la policía, que investiguen y pediremos que les lleven a la cárcel... Llamo a unos cuantos alumnos los mas tímidos tu dime ¿quien a hecho estas pintas? El alumno con miedo y una mirada mendiga y con voz baja y temblorosa contesto “no se profesor” ¡su babosazo que sabes entonces! Todos con mas miedo todavía, entonces a estos maestros el saludo, la venía era por respeto o por miedo?

Los estudiantes estaban atónitos por aquel vocabulario jamás escuchado del director en un salón de clase y mucho menos proferido por aquel honorable intelectual, que nosotros estudiantes ingenuos creíamos que los profesores tenían una moral impecable, aunque la duda seguía entre algunos de ellos si se trataba del insigne educador poseído por un espíritu burlón, de un loco o de un imitador.

Después de unos minutos de tensión los profesores se retiraron dejándonos bien amenazados y seguimos con la clase. Pero seguramente reflexiono el profesor y opto por otro tipo de actuar y hacer clase.
El profesor no notaba las miradas inquisidoras, pues su mirada extraviada vagaba por encima de las cabezas de sus estudiantes como observando los escenarios históricos o leyendo en el libro imaginario que reeditaba en su mente.

Repentinamente, miró sobre las carpetas de los estudiantes y reclamó: ¿porque no escriben? Todos obedecieron como quien no quiere contrariar a un demente peligroso. Luego de sentir la tranquilidad que da la obediencia de sus discípulos, con voz calmada el profesor prosiguió su clase de educación cívica, más que eso fue clase de historia: “la constitución es una diarrea de palabras… nadie respeta la ley, es que ni a la madre hemos querido respetar en este país…
Siempre Lima queriéndose llevar las preseas para dominar a las provincias. Una minoría, más astuta y más arrecha que la mayoría, siempre apoderándose del poder sin utilizar ninguna herramienta que no fueran las armas, la traición, el golpe de estado, las riquezas, la trampa. Y fíjense si no somos traidores que el centralismo en este país lo fundaron los criollos apoyados por los provincianos, siempre los criollos oportunistas y los provincianos no teniendo la capacidad para tomar el poder, los provincianos defendiendo la libertad, defendiendo nuestro país, porque la mayoría de las montoneras fueron provincianas, la independencia lo ganamos los pueblos rurales, provincianos del país. Pero oportunistas criollos hambrientos no han sido sino saqueadores de la patria, como aquí en nuestro pueblo que unos se fueron a la capital y volvieron para robarle a su propio pueblo nativo, antes los hacendados eran los patrones que maltrataban a nuestros paisanos hoy los alcaldes maltratan peor y son patrones con nuestra propia plata.

La cosa se puso peor cuando descubrimos el petróleo, el salitre, el guano de la isla, el caucho: todo el mundo de adentro y de afuera nos volvimos locos y la ambición se posesionó más que nunca del alma de cada uno como si por fin hubiera aparecido El tan apetecido Dorado y los genes conquistadores hubieran despertado de su letargo de años”.

“Unos fueron más tiranos que otros. Algunos torturaron, masacraron, expulsaron y explotaron a sus propios hermanos, como si fueran extranjeros. Parecían gobiernos enemigos de su propio pueblo. Eran pésimos hermanos, pésimos padres, pésimos hijos. Los hombres inspirados tal vez por los genes occidentales, se creían dueños del país

¿En que periodo estamos ya Profesor, es decir, qué año?
Dijo un estudiante con lápiz extenuado, reposando sobre su cuaderno repleto de apuntes difíciles de comprender por la velocidad con que escribía toda aquella información que se derramaba del cerebro sobre excitado de su antes detestado profesor. Aquel estudiante estaba atrapado por aquella singular manera de contar la historia, y ya convencido de que se trataba de su odiado profesor, no le importaba un carajo que no estuviera en su sano juicio, porque lo que decía tenía un sabor a verdad que jamás había probado en ninguna clase.

¿Porque el cambio de actitud del profesor? Se dio cuenta que nosotros sabíamos que era pura charlatanería, la historia oficial que siempre nos enseñaban?
Pero el problema de las pintas no quedo ahí sino pasó a ser tomado con más calma por los profesores, no avisaron a la policía como amenazaban…

Los que escribieron eran un grupo de jóvenes inquietos provocados por la edad y talvez influidos por algunas lecturas de personajes y acontecimientos universales, esta pinta en la pizarra lo hicieron con una flor de rosa, esta era difícil de borrar y estaba escrita con letras grandes, frases que se prohibía pronunciar en todo el estado peruano.

Los cuadernos no los sirvió de mucho porque a los que les pertenecían no fueron los responsables, en ese instante de los hechos nadie culpaba a nadie aunque muchos sabían quien lo hizo, pero nadie dilato en ese instante, pero como fueron pasando las horas, y empezó las riñas entre algunos compañeros y empezaron a señalar culpables unos con razón otros sin razón, como a nuestro querido compañero, “Pelao” fue expulsado un mes injustamente, solo por no llevarse bien con otra compañera de salón que llego desde lima para estudiar en el pueblo “Nancy” una criolla vivaz, culpo directamente al “pelao” sin ninguna razón, dijo al director “yo lo he visto profesor el ha hecho esa pinta” era una vil mentira, solo seis alumnos sabían de esa pinta. Pero el “Pelao” asumió la expulsión sin dilatar a los demás compañeros.

Nos dejo perplejos la compañera acusadora nos parecía rara su sonrisa de sarcasmo y su mano puesta en la boca para atajar una risotada que estaba a punto de estallar. Al mismo tiempo, sus ojos llorosos no dejaba entender cuál era su verdadera emoción, si alegría o tristeza, pero se atrevió ha acusar.



(CONTINUARA)


Escrito por: Carlos Rodriguez

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