20 de enero de 2010

FUJIMORI EN EL PARAISO

----------------------------------------------------------- Por: César Hildebrandt Habla de coraje el hombre al que le temblaba la voz cuando se dirigió a buscar refugio en la embajada del Japón la noche del fallido golpe del general Salinas Sedó.
Habla de honor el hombre que emputeció a la Fuerza Armada, hizo del Congreso un chiquero, suprimió el orden constitucional, desconoció su firma y hasta su huella digital con tal de no pagarle una deuda a la madre de sus hijos.
Habla de orgullo de sí mismo el sujeto que quiso ser senador japonés para obtener la inmunidad que lo librara del alcance de la ley.
Habla de responsabilidad el hombre que llenó 45 maletas de vídeos, dinero y botines diversos, tomó el avión presidencial y pasó de Brunei a Tokio (Nadie le creyó en su momento a Barba) donde pidió asilo y desde donde renunció por fax a la presidencia de la República, es mas la cínica de la Cuculiza insulto a Barba alegando que su héroe jamás haría tal cosa.
Habla de amor por la patria el jefe de una banda que saqueó las cuentas del tesoro público por un valor que los más conservadores estiman en dos mil millones de dólares.
Habla del veredicto de la historia el sujeto que estaba pescando en Iquitos cuando la policía de La DINCOTE, sin ninguna ayuda de Montesinos, capturó a Abimael Guzmán, el hombre que huyó del país tras descubrirse cómo es que Montesinos compraba esos congresistas que hoy deben estar frotándose las manos.
Qué patético pobre diablo es Fujimori. Se atribuye todos los poderes para las cosas que salieron bien, y se pinta como un presidente disminuido, desinformado e irresponsable cuando le mencionan los asesinatos que cometían los criminales a los que él felicitaba, ascendía y amnistiaba.
“Yo era comandante de Las Fuerzas Armadas en el sentido en que un entrenador de fútbol comanda al equipo”, dijo ayer destilando la esencia de su legendaria cobardía, la que sin embargo no aparentaba cuando estando en el poder se atribuía todo el éxito y manifestaba que el disponía todo como Jefe Supremo de las FFAA.
O sea que debemos alabarlo por haber “comandado” las fuerzas armadas que derrotaron al senderismo, pero debemos exonerarlo de toda responsabilidad cuando esas mismas fuerzas armadas mataban ancianos, niños y mujeres en las alturas de Ayacucho cuando ello salió a la luz.
Debemos agradecerle el haber sacado al país de la crisis económica en la que nos hundió Alan García –quien hizo tanto para que Fujimori lo sucediera-, pero tenemos que olvidar que con él todos los derechos del trabajador fueron abolidos, todo asomo de equidad fue perseguido, toda corrupción en el proceso de las privatizaciones fue posible, es decir vendió toda la riqueza de la abuelita y su cofre quedó vacío...porque quedó en manos de los corruptos. Qué se esconde trás la venta del Banco Orion?
Tenemos que decirle gracias por la paz con Ecuador –Tiwinza incluida, derechos de navegación ecuatorianos en ríos peruanos incluidos- pero no podemos recordarle su repugnante papel en la derrota peruana del Cenepa, cuando nuestros soldados carecían de logística, comunicaciones y, en muchos casos, de rancho y de zapatos y lo que es peor ocultar la entrega de 42 Km2 en la zona del Cucumaza Bumbuisa y el Yaupi Santiago.
Debemos ser gratos con su régimen porque “refundó el país” (Fujimori dixit), pero tenemos que olvidarnos de que quince de sus ministros o están presos o están con orden de captura por ladrones.
Debemos ser fujimoristas por las escuelas que sembró el Fonades, pero no debemos evocar la prensa inmunda que él creó para ensuciar a sus adversarios y, seguramente, “elevar el nivel cultural”.
Este demócrata que cerró el Congreso, este honrado que permitió la rapiña más grande de la que se tenga noticia, este ciudadano ejemplar que convirtió a un edecán en fiscal para entrar a robar maletas en la casa de Trinidad Becerra, este hombre decente que tuvo como socio a Montesinos, este estadista al que defienden sujetos como Saravá, este ángel que vivió entre alimañas, este hombre ejemplar que dio un golpe de Estado cuando su esposa, en un rapto de bendita locura, denunció los asaltos de la hermana Rosa y del cuñado Aritomi a la caja de Apenkai, este probo encubridor de Miyagusuku, esta vergüenza que grita lo que lee y juega con la voluntad de olvidar de los peruanos, este señor Fujimori, en suma, sigue siendo exactamente el mismo miserable que la miseria moral adora y hace suyo.
El secreto de Fujimori es que ha convertido en socialmente exitosos los peores vicios de la “peruanidad”: la crueldad en el tumulto, el cinismo como método y, sobre todo, la cobardía elevada a la categoría de función vital.
El triunfo de Keiko Fujimori, de darse, será el resumen vistoso de la tragicomedia nacional y una prueba de que hay países económicamente pujantes y moralmente inviables.
Es decir la misma sangre infectada corre ahora por las venas de Keiko Sofía, en su desesperado afán por intentar aspirar a La Presidencia, utiliza la millonaria reserva cínicamente robada a las arcas del estado peruano, con fines electoreros, y realmente da pena ver que existen aún muchísimos que siguen subyugados al fujimorismo y gritan sin muchas veces terminar de entender lo que vociferan y todo por haber recibido una miserable dádiva.
El poder judicial en alguna forma le ha devuelto al país algo de dignidad, y hubiera sido bueno que también investiguen y repatrien toda la millonaria caja fuerte que el inestable Alberto Kenya Fujimori, debe tener en Japón, y que finalmente lo disfrutará su oportunista esposa nipona.....y allí se cumple "NADIE SABE PARA QUIEN ROBA...perdón PARA QUIEN TRABAJA....
Seria realmente una vergüenza nacional que se permita que Keiko Sofia Fujimori se postule por lo menos como candidata presidencial. ... una señora sin ninguna experiencia laboral consecuentemente sin bases de respeto al trabajador ni al conocimiento de un solo sol logrado con el sudor de su frente, ni que decir de su supina ignorancia en geopolítica en una coyuntura del diferendo marítimo y el contencioso de la Haya, ni la percepción del manejo democrático del Estado, sin ningún programa y con una sola intención de amnistiar a su padre.

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