El presidente Evo Morales resultó reelegido por amplio
margen en las elecciones de ayer en Bolivia, con lo cual iniciará su tercer
mandato apoyado en sus planes sociales y la estabilidad económica.
Morales, un exsindicalista cocalero que busca consolidar los
planes sociales y aumentar el papel del Estado en la economía para prolongar la
bonanza que llevó la pobreza a mínimos históricos, llevaba anoche ventaja en
todos los sondeos a boca de urna.
Con el impulso de sus nueve años de "socialismo
originario", las encuestas previas le dieron al carismático Morales una
ventaja de 40 puntos sobre su escolta Samuel Doria Medina para un tercer
mandato consecutivo, en el que analistas esperan que mantenga la prudencia
fiscal pero con una mayor apertura al sector privado y la inversión extranjera.
Desde las cumbres andinas a la selva amazónica, poco más de
6 millones de bolivianos fueron convocados a las urnas a emitir su voto
obligatorio, en medio de una nutrida presencia policial.
"Yo (voté) por el presidente Morales. No quiero que
volvamos al pasado con esos candidatos de derecha", comentó Flavia Núñez,
una oficinista de 50 años.
Incluso el influyente sector empresarial de Santa Cruz,
motor económico de Bolivia, inicialmente ubicado en la oposición más dura a la
política indigenista, antiestadounidense y estatista de Morales, se ha volcado
paulatinamente en su apoyo favorecido por el crecimiento económico y el buen
desempeño de los negocios.
Morales, un indígena aimara de 54 años que gobierna un país
donde los pueblos originarios son la mayoría de la población y que durante
décadas fue sacudido por la inestabilidad política, ha recuperado recursos para
el Estado nacionalizando empresas en sectores clave como hidrocarburos, minería
y telecomunicaciones.
Con disciplina en las cuentas públicas en medio del auge en
los precios del gas que exporta la nación, logró aumentar el gasto público,
construir escuelas, carreteras y financiar planes sociales que ayudaron a bajar
la pobreza en más de 15 puntos porcentuales, ganando una gran base de apoyo.
Aunque su discurso revolucionario llevó a Bolivia al club de
países "antiimperialistas" que en la última década ha desafiado la
influencia de Washington, Evo se ganó al mismo tiempo los elogios de Wall
Street por su manejo macroeconómico, que llevó al país a crecer a un promedio
anual superior al 5 por ciento desde que asumió en el 2006.
Desde un centro de votación en la tropical zona selvática de
El Chapare, donde cultivó hojas de coca de joven, Morales lanzó ayer críticas a
sus opositores y llamó a los bolivianos a sufragar. "Vengo como uno más de
los ciudadanos, hermanos y hermanas, a votar", sostuvo.
Las elecciones se llevaban a cabo en el día en que se
conmemora el descubrimiento de América, una fecha que fue rebautizada por
Morales como el "Día de la Descolonización".
Por primera vez, la numerosa comunidad de emigrantes
bolivianos pudo sufragar. En Uruguay, 129 residentes bolivianos estaban en
condiciones de votar.
"Que Evo siga haciendo lo que está haciendo. Antes
había mucha discriminación, mucha humillación, mucho racismo. Hoy en día eso ha
cambiado", dijo Florinda Mamami, una vendedora de 34 años vestida de
cholita, en la aldea rural de Achocalla, cerca de la capital.
Retos.
El Movimiento Al Socialismo (MAS) de Morales aspira a
revalidar también su absoluto dominio del poder legislativo favorecido por la
fragmentación del voto opositor, después de que sus adversarios fueran
incapaces de sellar una alianza para enfrentar la supremacía política y
financiera del oficialismo.
Los rivales de Morales lo acusan de usar el poder para
controlar a la Justicia y violar la Constitución, que sólo permite a los
presidentes dos mandatos consecutivos.
El año pasado, la Corte Suprema decretó que su período
2006-2009 no debería ser contado como primer término porque fue anterior a la
adopción de la nueva Constitución, algo que enfureció a sus opositores.
El magnate cementero Samuel Doria Medina, en un lejano
segundo lugar en las encuestas, busca por tercera vez desbancar al mandatario
en las urnas después de una campaña en la que cargó contra lo que asegura es
una situación de corrupción y clientelismo en la administración pública.
"Las encuestas tienen un error de 33 por ciento, por eso estamos con mucho
optimismo. Este va a ser un día histórico", dijo Doria Medina tras
sufragar en el sur de La Paz.
Morales, que asumió en el 2006 como el primer presidente
indígena de Sudamérica, aún tiene muchos retos pendientes si gana un nuevo
mandato de cinco años hasta el 2020, que ha prometido sería el último.
El país sigue dependiendo casi exclusivamente de las
exportaciones de gas y no ha logrado avanzar en la industrialización, el
combate contra el narcotráfico se hace cada vez más difícil en el tercer mayor
productor mundial de cocaína, y las protestas laborales (desde médicos a
mineros) se multiplican en las calles.
"Votar es lo único que puedo hacer para salir de este
gobierno autoritario y eso es lo que he hecho", dijo Carlos Suárez, un
ingeniero de 48 años en La Paz.
Falsa noticia.
La jornada de votación no tuvo incidentes mayores, salvo un
extraño caso en el cual se pirateó la cuenta en la red social Twitter del canal
estatal para publicar información falsa sobre la supuesta muerte de Evo
Morales. El Gobierno anunció que se investigará el caso.
"Es imperdonable, no tiene justificativo alguno. Eso no
es un acto de gamberrismo, es un acto de sabotaje político, es un acto de
delito criminal que debe ser investigado, que tiene que ser a la larga
sancionado", señaló el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera.
Su habilidad para tejer alianzas le hizo ganar gran
popularidad la pazn o "Jefazo" del mundo indígena, adalid de los
campesinos, líder del sindicalismo urbano y referente de la izquierda
intelectual: con su habilidad para tejer alianzas, Evo Morales se convirtió en
el presidente más popular de Bolivia y del hemisferio.
Su propia imagen y discurso son un cóctel de conceptos e
identidades en el que reside el secreto de su carisma. Masca coca ancestral y
juega al fútbol, viste ropas occidentales con toques tribales, lo mismo cita al
rebelde indígena Túpac Katari que al líder cubano Fidel Castro.
Sus defensores lo ensalzan como un presidente humilde y
trabajador, que viaja incansable por todos los rincones de la nación para
inaugurar obras y escuchar a su pueblo.Sus enemigos ven a un caudillo despótico y sectario que
amenaza la democracia.
En sus casi 10 años de "revolución democrática",
el presidente ha ganado muchas batallas políticas, como la nacionalización de
empresas estratégicas y la aprobación de una nueva Constitución. También ha
perdido otras, como su proyecto de la carretera a través de la selva boliviana
o la reducción de los subsidios a la nafta.
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